Hace ya algunos años, pude asistir en una ocasión a la imposición de escapularios a varias personas, en una de las parroquias del norte de Tenerife. En aquel momento, me pareció curioso aquel signo que consistía simplemente en recitar unas oraciones y en la recogida de aquel objeto, que luego el sacerdote colocaba a los fieles. Con el paso de los años, fui comprendiendo la profundidad de aquel gesto y el compromiso tan grande que suponía. No es casualidad que el papa san Juan Pablo II hablase de él, como protección y como orientación de la propia vida hacia Dios, por los sacramentos y las obras de misericordia.
El escapulario se utilizaba desde finales del siglo XIV, como delantal del hábito carmelita. Era una parte del hábito, pero que también tenía su significado. Tras la aparición a San Simón Stock (religioso inglés carmelita) en el año 1251, el escapulario pasó a formar parte fundamental del hábito de la Orden Carmelita, adquiriendo una finalidad concreta: «todo aquel que muriese vistiendo tal prenda, no se perderá eternamente». Desde entonces, en la tradición de la Iglesia, se utilizaron versiones en miniatura del escapulario y se iban imponiendo a los fieles con el fin de consagrarlos a María, contemplando su persona e imitando sus virtudes. La persona a la que se le impone, queda dedicada al servicio de la Virgen, para el bien de toda la Iglesia y experimenta su «presencia dulce y materna». Es una devoción que guarda una relación estrechísima con la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo y que contiene un simbolismo preciso, que conviene cuidar. Al final, no hablamos de un objeto o una accesorio más: el escapulario es «hábito» de vida, que nos recuerda nuestro seguimiento a Cristo por medio de su Madre. Si ya se nos ha impuesto el escapulario, ¡Imitemos a María! No dejemos de contemplarla en los Evangelios. Ella nos señala el camino hacia Cristo. Y, si aún no te han impuesto el escapulario, ¡tal vez sea este el momento para ello!
Confirman su fe y renuevan su compromiso cristiano de amor y bondad
Cada vez que termina un curso de catequesis de Confirmación, salgo contento, pero con la idea que no ha sido suficiente para estos chicos, es entonces cuando tengo conciencia de que, el que construye es Otro, quizás yo no vea lo que ha ocurrido en algunos de ellos en...