El camino Sinodal que nos propone la Iglesia, es un momento de conversión personal y comunitaria. Yo soy Iglesia y todo mi mal le afecta. Todas mis caídas, de las que la Iglesia me ayuda a levantar, le afectan. Como quien se cae al barro y la mano que lo levanta, no ha caído, pero se mancha para ayudarme a levantar. Así es la Iglesia….una «Iglesia accidentada», decía el papa Francisco, por salir a la ayuda y encuentro de los hombres y mujeres de este momento histórico. Es nuestro momento, es el momento del Espíritu Santo. Por eso, también es un momento comunitario. Porque somos el Cuerpo de Cristo y nos necesitamos todos los miembros. Necesitamos caminar con otros que nos ayudan, nos corrigen y nos alientan, en esta senda de la fe. Solos, no avanzamos demasiado. Solos, nos terminamos perdiendo. Caminar junto a otros, nos alienta a continuar en el camino incluso pese a la fatiga, el cansancio y las caídas. Es la Iglesia, compañía de Cristo, la que nos provoca a llegar a la meta. El Sínodo, es la ocasión para mirar «nuestro vivir de fe» junto con los hermanos…un camino de encuentro con Dios, un camino de purificación, un camino de liberación. Esto es el Sínodo para nosotros.
Confirman su fe y renuevan su compromiso cristiano de amor y bondad
Cada vez que termina un curso de catequesis de Confirmación, salgo contento, pero con la idea que no ha sido suficiente para estos chicos, es entonces cuando tengo conciencia de que, el que construye es Otro, quizás yo no vea lo que ha ocurrido en algunos de ellos en...