Siete son los sacramentos con los que el Señor nos enriquece a lo largo de nuestra vida. Algunos de ellos, los recibimos en la necesidad de la cotidianidad de la vida, como pueden ser la reconciliación o la eucaristía. Otros solo una sola vez en la vida como el bautismo, puerta de la eternidad, puerta de la vida cristiana. El orden sacerdotal como entrega a Dios en la participación del único sacerdocio de Cristo, rey del Universo. Y otro como la confirmación.
Es un momento maduro de la persona, donde asume el deseo de seguir a Cristo, como los apóstoles y sus discípulos.
En la adolescencia o, cada vez más adultos, que haciendo un camino cristiano de fe, van descubriendo la belleza del don de la fe. Esa fe que se les otorgó el día del bautismo y que ellos van ahora asumiendo, valorando y eligiendo.
La confirmación, decimos coloquialmente, es » confirmar», reafirmar desde nuestra libertad, ese regalo que nuestros padres nos dieron en un momento de nuestra venida al mundo. Somos nosotros, libres y responsables, quienes abrazamos este don. Ya no son, como en tantas otras cosas de la vida, nuestros padres quienes deciden. Somo nosotros desde el encuentro y la libertad, los que deseamos conocer, amar y seguir a Jesús, como vida, como plenitud de nuestra humanidad.
El viernes 23 junio, 20 miembros de nuestra comunidad, darán este paso. Todos, como miembros de este Cuerpo que es la Iglesia, pedimos por ellos, para que su paso sea un acoger todos los dones que el Espíritu Santo les regalará ese día.