Pertenezco a la Parroquia de Santa Úrsula, Adeje, donde desarrollo la actividad como catequista de niños de primera comunión. Además de otras actividades en la Iglesia, en la que me siento más realizada es en la faceta de catequista, “porque la catequesis es una vocación, es una misión que tenemos la obligación de cumplir”. Para mí es muy importante enseñar el Evangelio a los niños, presentarles a Jesús y hacerles su amigo, esa es la gran misión del catequista y me siento muy bien en ello.
Reconozco que ser catequista no es fácil: en mi caso de las catequesis de primera comunión, veo que hay muchas cosas que me duelen, porque hay niños que parece que solo buscan el acto social que lleva consigo el sacramento, pero nada más, y únicamente parecen pendientes de la parafernalia de regalos y convites que las familias organizan con motivo de la comunión de sus hijos. Es muy triste para el catequista ver a los niños que no han ido nunca a misa con sus padres y aunque vienen este año, lo afrontan como un requisito, pero sin voluntad de volver a la parroquia cuando reciban el sacramento, por eso a los padres, se les debe de ayudar a asumir la tarea, hoy especialmente delicada. En el núcleo familiar es donde mejor se adquieren las primeras enseñanzas básicas de la fe como, por ejemplo, aprender la señal de la cruz. A su vez, la catequesis parroquial será la continuación y complemento de lo que en la familia se ha recibido. La fe verdadera necesita celebrarse y ser compartida y vivida en comunidad. Esta situación nos debe hacernos buscar soluciones urgentes, alternativas en nuestras parroquias para que se sientan atraídos para continuar. Yo creo que el catequista está hecho de una pasta especial para saber encajar las dificultades, que son muchas. Es necesaria una formación permanente, pero sobre todo la oración para salir de estas situaciones, llevar a Jesús dentro y sentir su fuerza es fundamental porque nos dará seguridad y sobre todo alegría. El catequista debe ser alegre, sin transmitir alegría no podemos conseguir nada.
EXISTE CRISIS DE TODO, DE CATEQUISTAS Y DE LA CATEQUESIS COMO ESTRUCTURA
En el congreso internacional de catequistas que se celebró en Roma, la conclusión fue que necesitamos afrontar una nueva evangelización, lo que requiere estar bien preparados y tener las ideas muy claras. El mensaje del Evangelio es el mismo pero los tiempos han cambiado y debemos saber transmitirlo. El papa nos pide creatividad y sobre todo alegría para transmitir el evangelio en estos tiempos de crisis en la Iglesia. Necesitamos un lenguaje nuevo con los niños, un lenguaje claro, directo, atractivo, adaptado a los nuevos tiempos. Es necesario un compromiso mayor de los laicos con la catequesis, en su preparación y disposición para esta tarea de evangelización que es fundamental en las parroquias. El objetivo es claro, debemos conseguir que el niño salga alegre de la catequesis, que sienta ganas de volver, que seamos capaces de presentar a Jesús en clave optimista, para hacerle la vida feliz. Esa es nuestra misión como catequista y está claro que hay mucho que mejorar.