Así titulaba Carlos Loriente García su artículo, en el que realiza un análisis de la realidad que estamos viviendo de forma teológica para, luego, proponer algunos criterios que nos pueden servir de utilidad.
¿Por qué acoger la crisis como solo un «fracaso» y no como una «oportunidad»? Recuerda el autor que el vocablo crisis en chino está formada por las palabras «desesperación» y «oportunidad». Ciertamente, este tiempo que vivimos puede suponer para nosotros una verdadera “oportunidad de crecimiento”. Analizando lo vivido, podremos constatar que no han faltado épocas convulsas y casi apocalípticas en la historia del Pueblo de Israel ni tampoco en la historia reciente. Recuerda Carlos Loriente que el exilio a Babilonia al que fue condenado Israel no fue ni mucho menos «ligero», ni tampoco lo fue la época de la peste en el siglo XVI, cuando san Carlos Borromeo se vio en la tesitura de no celebrar misa públicamente durante dos años, intentando buscar las intersecciones más visibles de las calles para que la gente aunque fuera pudiese «gozar» de lejos la Eucaristía. Pero es cierto: no podemos comparar esta época con el resto de las mismas. No obstante, tenemos que aprender de las mismas.
El autor divide el artículo en cuatro puntos: el primer anuncio en nuestra época, el acompañamiento, los procesos formativos y la presencia en la vida pública de los cristianos. Ofrece también tres actitudes muy útiles para un cristiano: paciencia, confianza y espíritu de iglesia doméstica. Les comparto el artículo completo; ¡no tiene desperdicio!
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