La Eucaristía se coloca en el centro de la “iniciación cristiana”, junto al Bautismo y a la Confirmación y constituye la fuente de la vida misma de la Iglesia. De este Sacramento del amor, de hecho, surge todo camino auténtico de fe, de comunión y de testimonio. Lo que vemos cuando nos reunimos para celebrar la Eucaristía, nos hace intuir lo que vamos a vivir. En el centro del espacio destinado a la celebración se encuentra el altar, que es una mesa, cubierto por un mantel y nos recuerda a un banquete, a una fiesta. Sobre la mesa hay una cruz, que indica que sobre este altar se ofrece el sacrificio de Cristo: es Él la comida espiritual que allí se recibe, bajo el signo del pan y del vino. La celebración eucarística es más que un simple banquete: es el memorial de la Pascua de Jesús, el misterio central de la salvación. “Memorial” no significa solo el recuerdo, un simple recuerdo, sino que quiere decir que cada vez que celebramos este Sacramento participamos en el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. ¡Este es el verdadero motivo de compartir la alegría con la familia y los amigos! ¡Es un don tan grande! Y por esto es muy importante ir a Misa los domingos. Ir a Misa no solo para rezar sino para recibir la comunión, este pan que es el Cuerpo de Jesucristo y que nos salva, nos perdona, nos une al Padre. Y todos los domingos vamos a Misa porque es el día de la Resurrección del Señor, por esto el domingo es tan importante para nosotros. Y con la Eucaristía sentimos la pertenencia a la Iglesia, al Pueblo de Dios y al Cuerpo de Cristo.
Confirman su fe y renuevan su compromiso cristiano de amor y bondad
Cada vez que termina un curso de catequesis de Confirmación, salgo contento, pero con la idea que no ha sido suficiente para estos chicos, es entonces cuando tengo conciencia de que, el que construye es Otro, quizás yo no vea lo que ha ocurrido en algunos de ellos en...